Básicamente una nave consta de una quilla, que resiste el peso longitudinalmente; de las cuadernas, que están fijadas a la quilla y se curvan hacia arriba para dar al barco su forma; de las planchas, fijadas a las cuadernas, que hacen que impiden la entrada de agua; y de los puentes y superestructuras, que ocupan el interior hueco del buque, formando los alojamientos para la tripulación y pasajeros y proporcionando espacios para los controles operativos y los avituallamientos necesarios.
La madera en la construcción naval:
Hasta mediados del siglo XIX la madera fue el único material empleado en la construcción de cascos y estructura de los buques. Más ligera que el agua y muy resistente en relación con su peso específico, presenta grandes dificultades de ensamblaje, por lo que las dimensiones de los mayores buques de la época tuvieron un límite entre los 60 y los 70 metros de eslora. Hoy día también se construyen cascos de madera, pero su empleo está restringido a las embarcaciones menores como yates, lanchones y pesqueros, e incluso en estas aplicaciones ha de competir con el acero, el aluminio y el plástico. Estas circunstancias unidas a la disminución de las reservas forestales, han hecho perder importancia a la construcción de buques de madera. La quilla, espina dorsal del buque, está constituida por grandes vigas de madera, unidas por pernos y pasadores. El forro exterior está compuesto de tablas de madera, cuya estanqueidad se consigue calafateando las juntas con algodón o estopa impregnados en compuestos de alquitrán o sebo. Entre las variedades de maderas adecuadas para forros y cubiertas de buques destacan el pino, el olmo, el roble, el cedro y la caoba, aunque estos dos últimos se reservan prácticamente para yates de lujo. (A.Jenaro Garrido)
Las cuadernas:
En la cara superior de la quilla se labra una ranura longitudinal o alefriz, en la cual se ensambla el borde inferior de las cuadernas o costillares del buque. Las cuadernas se fabrican de dos maneras:
Curvadas al vapor: Suelen ser de roble u olmo, pero su tamaño viene limitado por el de los trozos de madera disponibles y por la dificultad de curvar piezas gruesas. La madera adquiere flexibilidad por el tratamiento al vapor y se curva con arreglo a plantillas o gálibos.
Labradas con reviro: Suelen ser también de roble u olmo y se emplean cuando su tamaño no permite la utilización de las curvadas al vapor. Se construyen en secciones llamadas genoles, varengas y barraganetes, ensambladas por medio de pernos o cabillas.
El Arsenal de Venecia (1104):
Cuando el Dux Faliero ordena la creación del Arzenale para la construcción de buques de combate y galeras de mercado, comienza una genuina organización naval. Tras varias ampliaciones llegó a tener 32 hectáreas. También se ocupaba de equipar las embarcaciones en un edificio de 300 metros dividido en departamentos. Producían las mejores velas, cabos y jarcias y remos con maderas de haya seleccionadas. En otra zona de la ciudad se producían armas y municiones con las mejores mezclas de pólvora. El barco característico era la galera sotil, con una relación eslora/manga de 8 a 1. Tenía entre 20 y 30 bancos de remeros que en principio fueron hombres libres libres. A partir del s.XIV se construyen galeazas. El Arsenal llegó a tener más de 100 gradas cubiertas que armaban galeras con maderas de Istria curadas largos años bajo tierra.
Construcción naval portuguesa (siglos XV y XVI):
El perfeccionamiento de técnicas de navegación y construcción naval marcaron el destino de la nación portuguesa. La importancia de los navíos en el período de los descubrimientos, fue debidamente señalada por Fernando Oliveira que escribió: "Y por lo tanto los navíos son necesarios para el arte de la navegación, y la navegación para las gentes de esta tierra de Portugal, cuyas viviendas están sostenidas al mar"; no solamente las del pueblo como también las del estado Real, que por el mar tiene muchas islas y tierras y conquistas, las cuales no se pueden conquistar ni gobernar sin navegación.
Durante la Baja Edad Media se realizaron algunas innovaciones en la construcción naval. La principal consistió en el timón (a popa), que está documentado por primera vez en Flandes de 1180.
Aparición de la carabela (1441):
Los primeros viajes de los descubrimientos fueron aún realizados en pequeñas barcas y bajeles. Así sucedió por ejemplo con el viaje de Gil Eanes que utilizó una barca. A partir de 1441 los portugueses comenzaron a utilizar carabelas en sus viajes de exploración atlántica. Este tipo de barco se reveló como el más adecuado para estas expediciones en las que debían enfrentarse a vientos variables, aguas costeras con escaso calado y ríos africanos desconocidos. En el siglo XV la carabela portuguesa fue considerada el mejor velero de la época. Era un barco pequeño o de medio calado, con capacidad para unos 40 o 60 toneles, unos catorce metros de quilla. Generalmente tenía dos mástiles con velas latinas, aunque las mayores podían tener tres, un castillo de popa y una cubierta. En la documentación del s.XV hay una curiosa referencia de un modelo de "carabela de descubrir". Este modelo perfeccionado por los portugueses con un casco bien proporcionado y con grandes velas latinas de dimensiones superiores a los de otros navíos que esa época aparejaban velas latinas. La tripulación habitual podría ser de 15 o 20 hombres. En la expedición de Rui Sousa al Congo (1490) el número de hombres llegó a los 63. Las carabelas que realizaron los Descubrimientos podían viajar sin acompañamiento pero para las expediciones de mayor riesgo e importancia estaban formadas por pequeñas armadas de dos o tres naves. En el s.XVI el empleo de carabelas se redujo especialmente a misiones de apoyo y con una frecuencia paulatinamente menor. En la Memória das Armadas (1568) y en el Livro de Lisuarte de Abreu, quedaron registrados centenares de barcos de las armadas de La Carreira da India, extraídos de los cuadros que el gobernador Jorge Cabral mandó a pintar para el Palacio de los Gobernadores en Goa (1549 o 1550).
Continuará...