En el mes de su septuagésimo octavo aniversario, el Palometa recibió un presente muy esperado. Aunque lo compramos desarbolado, este barco nació como motovelero y desde hace unos tres años estabamos obsesionados con devolverle su aspecto original.
Hicimos correr la voz entre amigos, amarraderos, clubes y hasta en algunos varaderos. Averiguamos, no voy a decir que por todos lados pues pecaría de mentiroso pero si por muchísimos, por un palo más o menos sano que contara aún con vida útil y que tuviese un valor razonable. Hemos escuchado a lo largo del tiempo ofertas disparatadas, tanto es así que en una ocasión le ofrecí a un oportunista entregarle el barco como parte de pago del mástil.
Cuando estaba decidido, después de las investigaciones de rigor, a echarle mano a su construcción apareció Don Carlos Robertti. Bajo el brazo, traia un palo macho de pino tea de 8,10 mts. y con gran parte de sus herrajes originales. No lo podíamos creer, nos brillaban los ojitos de alegría.

La ansiedad fue tal que inmediatamente nos pusimos a trabajar en él.Quitamos completamente todos los herrajes. Cortamos unos centímetros del tope y cepillamos el palo completo para sacarle unos 2 ó 3 milímetros al diámetro, lo imprimamos con Cetol y lo dejamos trabajar. Tarugamos algunos agujeros, resabios de otros tanto tornillos que sujetaban vaya a saber qué, y lijamos... mucho!
Diseñamos una bisagra de quiebre (debemos izar el palo después de dejar el canal en donde amarramos y arriarlo antes de ingresar, por problemas de altura con un puente vecinal), cortamos el mocho, perforamos, ajustamos la unión y comenzamos a barnizar.

Preparamos varillas roscadas con tuercas ciegas, pasadores, bujes y anclajes, todo en acero inoxidable. Tomamos nota de todo lo que faltaba, había que conseguir los tensores, los cables de acero inoxidable y los nicopres, los motones y grilletes. Fabricamos la carlinga, las landas y los herrajes faltantes. Mientras tanto, palo, botavara y crucetas se iban barnizando.El primer paso tangible en el armado lo dimos al plantar el mocho sobre la carroza, utilizamos cuatro varillas roscadas de 1/4" que compactaron la carlinga con el techo y los baos. Sellamos previamente todos los contactos y luego instalamos unas riendas en planchuela de acero inox. de 3 x 25 milímetros, riendas que cumplen la función de mantener rígido el mocho a la hora de volcar o levantar el resto del palo.

El segundo paso fue armar la bisagra y parar el palo, la sensación de ese momento fue indescriptible, a la que se le agregó el placer de corroborar que todo funcionaba perfectamente bien. Ver al Palometa por primera vez como se debió haber visto cuando lo botaron fue increíblemente emocionante. O estoy demasiado sensible o me estoy poniendo viejo...Dejadme recuperarme y continuaré relatando el resto de la obra. Por ahora nos despedimos hasta la próxima y que tengais buenas travesías!