Embarquen y tomen asiento para conocer la historia de un yate clásico con doble personalidad.
Según una versión tomada del ambiente náutico, el barco habría sido construido en 1945 y obsequiado por Mercedes Benz, a través de Evita, a su hermano Juan Duarte quien habría sido el primer propietarios del lujoso navío. La documentación que probaría este vínculo se habría arruinado durante una inundación sufrida en la década del 50 en los sótanos de Prefectura. No es un dato menor que se retirara, hace ya bastante tiempo atrás, una gran estrella de Mercedes de su proa.
El Esmeralda, como lo llamaron al botarlo, luego de la muerte de Juan Duarte pasó a manos del sindicalista Jorge Antonio. El amigo, confidente y delegado de Perón, navegó frecuentemente las costas de Uruguay hasta su fallecimiento.
Otra versión concluye que fue construido en 1951 en los astilleros Cardozo y Figueredo y que su primer dueño, el propio Jorge Antonio, fue quien lo bautizó Esmeralda. Con 24 metros de eslora, 5 de manga y dos motores GM de 225HP cada uno, esta embarcación habría sido la tercera de la denominada "serie Achalay" y el cuarto barco que construyera este astillero.
Después de la muerte del sindicalista, el yate permaneció en estado abandónico durante diez o doce años hasta que, en 1973, Alberto Nazar Anchorena lo adquiere en un remate judicial.
Luego de varias modificaciones realizadas por el astillero Cadenazi a lo largo de cuatro años de obra, se logró dar con las líneas actuales del navío. Construido en viraró, su diseño original constaba, de proa a popa, de: camareta con baño para el marinero, un camarote doble principal, la cocina en una banda y el baño enfrentado sobre la otra, al subir unos escalones la timonera y el salón y por último dos camarotes.
En 1977 el yate vuelve al agua pero como Achalay III en el Club Náutico San Isidro.
En el año 2000, Diego Montes de Oca adquiere el emblemático yate y reforma algunos elementos estéticos y técnicos aunque mantuvo los continuos y clásicos viajes a Punta del Este.
Esta ha sido la historia de un barco con doble personalidad y un solo destino, escribir un párrafo de nuestra história y vivir para contarlo. Estimados Navegantes, tengan uds. buenos vientos y los esperamos en el próximo encuentro.
Novedades, Travesías, Notas de interés para Navegantes Clásicos, Datos útiles, Construcciones y Restauraciones contadas por sus dueños, Muchas fotos, Nuestra Insignia, Foro, Embarcaciones amigas y mucho más...
viernes, 29 de octubre de 2010
viernes, 22 de octubre de 2010
MOLDURAS DE GOTERA
Todos los "Navegantes Clásicos" que poseen un barco de madera conocen del mantenimiento, reemplazo y colocación de molduras decorativas, de terminación, etcétera.
Esta nota tiene por objeto transmitir la experiencia personal de fabricar e instalar unas molduras de gotera. Estas permitirán que el agua de lluvia que corre por las carrozas no ingrese por ventanas, ojos de buey o aberturas.
Para comenzar es fundamental elegir apropiadamente el tipo de madera a utilizar en cada tipo de trabajo. Es decir, una madera dura será ideal para exponer a la inclemencia de la intemperie, mientras una madera blanda pero vistosa podrá utilizarse para los interiores.
En mi caso me decidí por una que sea resistente al agua y al sol, pero también, que sea lo suficientemente flexible como para copiar las líneas curvas de la estructura.
El siguiente paso fue diseñar la forma de la moldura y adjudicarle sus respectivas medidas, largo, espesor y altura.
El material se adquirió en bruto, por tirante, y hubo que cepillar, cortar y lijar; una vez que se obtuvieron las varillas, se maquinó con la fresa seleccionada para lograr la moldura deseada.
Ya terminadas, se aplicaron dos manos de barniz marino sobre la base de los veinticuatro metros lineales de moldura, previa perforación de los orificios por donde se efectuaría la sujeción mediante tornillos de bronce o acero inoxidable. Es importante disponer de un buen sellador para colocar en el asiento de la moldura contra la carroza, evitará así toda probable filtración a través de los tornillos.
Una vez fijada, se encolarán los tarugos que tienen por objeto tapar las cabezas de los tornillos (como muestra la fotografía), se cortarán y lijarán con ayuda de un taco, hasta que queden integragrados y a paño con la moldura.
Una vez terminado este paso, continué con la aplicación de una mano de barniceta (50% barniz y 50% aguarrás) con color a los fines de emparejar la tonalidad con el resto de la carpintería.
Creo, sin temor a equivocarme, que la tarea mas complicada fue copiar las curvas de la carroza, las que fueron realizadas en una sola pieza cortadas con una sierra caladora para después mecanizarlas con la fresa y terminadas de ajustar ya colocadas.
Es increible el cambio de apariencia resultante de la colocación de estas varillas que no demandó demasiado tiempo ni dinero.
Estimados amigos, espero que se animen a vestir vuestros barcos con detalles que contribuyan a la estética y funcionalidad del mismo y que mi relato les pueda ser de utilidad. Buenas travesías! y hasta el próximo encuentro.
Esta nota tiene por objeto transmitir la experiencia personal de fabricar e instalar unas molduras de gotera. Estas permitirán que el agua de lluvia que corre por las carrozas no ingrese por ventanas, ojos de buey o aberturas.
Para comenzar es fundamental elegir apropiadamente el tipo de madera a utilizar en cada tipo de trabajo. Es decir, una madera dura será ideal para exponer a la inclemencia de la intemperie, mientras una madera blanda pero vistosa podrá utilizarse para los interiores.
En mi caso me decidí por una que sea resistente al agua y al sol, pero también, que sea lo suficientemente flexible como para copiar las líneas curvas de la estructura.
El siguiente paso fue diseñar la forma de la moldura y adjudicarle sus respectivas medidas, largo, espesor y altura.
El material se adquirió en bruto, por tirante, y hubo que cepillar, cortar y lijar; una vez que se obtuvieron las varillas, se maquinó con la fresa seleccionada para lograr la moldura deseada.
Ya terminadas, se aplicaron dos manos de barniz marino sobre la base de los veinticuatro metros lineales de moldura, previa perforación de los orificios por donde se efectuaría la sujeción mediante tornillos de bronce o acero inoxidable. Es importante disponer de un buen sellador para colocar en el asiento de la moldura contra la carroza, evitará así toda probable filtración a través de los tornillos.
Una vez fijada, se encolarán los tarugos que tienen por objeto tapar las cabezas de los tornillos (como muestra la fotografía), se cortarán y lijarán con ayuda de un taco, hasta que queden integragrados y a paño con la moldura.
Una vez terminado este paso, continué con la aplicación de una mano de barniceta (50% barniz y 50% aguarrás) con color a los fines de emparejar la tonalidad con el resto de la carpintería.
Creo, sin temor a equivocarme, que la tarea mas complicada fue copiar las curvas de la carroza, las que fueron realizadas en una sola pieza cortadas con una sierra caladora para después mecanizarlas con la fresa y terminadas de ajustar ya colocadas.
Es increible el cambio de apariencia resultante de la colocación de estas varillas que no demandó demasiado tiempo ni dinero.
Estimados amigos, espero que se animen a vestir vuestros barcos con detalles que contribuyan a la estética y funcionalidad del mismo y que mi relato les pueda ser de utilidad. Buenas travesías! y hasta el próximo encuentro.
viernes, 15 de octubre de 2010
La ELISA MADRE (chata reformulada)
Estimados "Navegantes Clásicos", la historia de hoy se basa en la reformulación de una chata isleña o comunmente denominada chata reformada.
Esta historia nace de la mano del autodidacta Miguel Angel Villar, un apasionado de la náutica, que habiendo pasado por cuanta embarcación se les ocurra, hoy es el feliz propietario de la Elisa Madre.
Esta chata no fue concebida como se la muestra en la fotografía. Luego de haber recorrido practicamente todo el Delta y habiéndo evaluado a más de treinta barcos, Poseidón lo enfrentó con el espectacular desafío de adquirir el casco metálico pelado de una chata arenera.
Entusiasmado con la idea de construir algo único, decidió contratar a los armadores del Astillero Lamadrid, por ese entonces suspendidos. El paso siguiente fue recurrir a Ariel Caceres, quien en aquel momento todavía era estudiante de ingeniería naval, y entre ambos diseñaron lo que hoy se puede ver. Contando ya con el casco en su casa, mientras Miguel Angel aportaba las ideas, los bocetos y las medidas iniciales, Ariel se encargaba de llevarlas a la realidad y los armadores a la práctica. Como dato curioso nos cuenta que utilizó más de treinta y cinco placas de fenólico y quemó: dos soldadoras, tres amoladoras y dos sierras sencitivas.
Mientras todo fluía entre inspiración, sugerencias y recomendaciones, los ajenos a la obra no apostaban demasiado a lo que se iba gestando. Empeñado en lo estético y práctico, Villar no dejó librado nada al azar, diseñando por ejemplo un toldo rebatible para la cubierta, revistiendo el baño con cerámicas y construyendo una parrilla de tamaño considerable sobre la aleta de babor.
Con esta frase Miguel agradece a Patricia, su esposa, quien siempre se mantuvo a su lado y fue la encargada de los cortinados, la blanquería y la decoración general de la Elisa Madre. También recuerda afectuosamente a Don Guerra y Rolando (del astillero), a los Poleti (mecánicos navales), a Lucho (su ayudante durante estos últimos 3 años) y a su querido amigo Ruly (dedicado desde hace 35 años a la fabricación de interiores de casas rodantes y restaurador de vehículos antiguos), en fin, a todos los que lo acompañaron durante el proyecto.
Ficha técnica: Eslora 14,50 mts.; manga 4,30 mts. y puntal 0,75 mts. Peso aproximado 20 toneladas. Motor Mercedes 1518 Turbo de 180 HP y caja Velvet Drive.
Este es otro caso más donde se conjugan un sueño, un placer, la familia, el delta y la náutica: "Un prospecto de vida maravillosamente feliz posible de realizar".
Hasta nuestro próximo encuentro y recuerden navegar con responsabilidad.
Esta historia nace de la mano del autodidacta Miguel Angel Villar, un apasionado de la náutica, que habiendo pasado por cuanta embarcación se les ocurra, hoy es el feliz propietario de la Elisa Madre.
Esta chata no fue concebida como se la muestra en la fotografía. Luego de haber recorrido practicamente todo el Delta y habiéndo evaluado a más de treinta barcos, Poseidón lo enfrentó con el espectacular desafío de adquirir el casco metálico pelado de una chata arenera.
Entusiasmado con la idea de construir algo único, decidió contratar a los armadores del Astillero Lamadrid, por ese entonces suspendidos. El paso siguiente fue recurrir a Ariel Caceres, quien en aquel momento todavía era estudiante de ingeniería naval, y entre ambos diseñaron lo que hoy se puede ver. Contando ya con el casco en su casa, mientras Miguel Angel aportaba las ideas, los bocetos y las medidas iniciales, Ariel se encargaba de llevarlas a la realidad y los armadores a la práctica. Como dato curioso nos cuenta que utilizó más de treinta y cinco placas de fenólico y quemó: dos soldadoras, tres amoladoras y dos sierras sencitivas.
Mientras todo fluía entre inspiración, sugerencias y recomendaciones, los ajenos a la obra no apostaban demasiado a lo que se iba gestando. Empeñado en lo estético y práctico, Villar no dejó librado nada al azar, diseñando por ejemplo un toldo rebatible para la cubierta, revistiendo el baño con cerámicas y construyendo una parrilla de tamaño considerable sobre la aleta de babor.
"Si estás pensando en encarar un proyecto como éste y no tenés una compañera que tire para el mismo lado, olvidate"
Con esta frase Miguel agradece a Patricia, su esposa, quien siempre se mantuvo a su lado y fue la encargada de los cortinados, la blanquería y la decoración general de la Elisa Madre. También recuerda afectuosamente a Don Guerra y Rolando (del astillero), a los Poleti (mecánicos navales), a Lucho (su ayudante durante estos últimos 3 años) y a su querido amigo Ruly (dedicado desde hace 35 años a la fabricación de interiores de casas rodantes y restaurador de vehículos antiguos), en fin, a todos los que lo acompañaron durante el proyecto.
Ficha técnica: Eslora 14,50 mts.; manga 4,30 mts. y puntal 0,75 mts. Peso aproximado 20 toneladas. Motor Mercedes 1518 Turbo de 180 HP y caja Velvet Drive.
Este es otro caso más donde se conjugan un sueño, un placer, la familia, el delta y la náutica: "Un prospecto de vida maravillosamente feliz posible de realizar".
Hasta nuestro próximo encuentro y recuerden navegar con responsabilidad.
viernes, 8 de octubre de 2010
DECÁLOGO del NAVEGANTE CLASICO
Nuestros muy estimados "Navegantes Clásicos": Con el fin de incorporar nuevos elementos a esta cofradía es que detallaremos a continuación una serie de máximas, sin que la enumeración de las misma resulte limitativa, pudiendo sumar las vuestras a través de su opinión al pie del presente artículo. Sin más, he aquí el "Decálogo del Navegante Clásico"
* Nunca navegar poniendo en riesgo la seguridad de terceros. Es importante demostrar respeto por cualquier otra embarcación, absteniéndose de realizar maniobras bruscas o repentinas, navegar apopados desplazando grandes cantidades de metros cúbicos de agua, etc.
* Procurar ceder el paso, cayendo a estribor, evitando cortarle la proa a la otra embarcación. El delta existe para distendernos, para disfrutarlo y para navegarlo. Para aprovechar el paseo en su máxima calidad será menester dejar el "apuro" en tierra.
* Navegar a velocidad de maniobra al ingresar a bahías, amarraderos o fondeaderos, teniendo cuidado de no molestar a los que allí se encuentren. Estos son lugares en donde la tripulación se encuentra relajada y, en consecuencia, carentes del estado de alerta. Por lo tanto, respete el deseo del otro navegante.
* Mantener vivo el espíritu solidario para con otras embarcaciones y habitantes de la isla. Desde el cordial saludo a mano alzada hasta la eventual ayuda ante un imprevisto o desperfecto, el Navegante Clásico conservará a perpetuidad esta característica propia y directamente relacionada desde siempre con el delta.
* Utilizar el VHF con coherencia y responsablemente. La comunicación es un tema serio y como tal se le deberá brindar respeto liberando el canal 16, modulando en alta potencia solo si fuese necesario y evitando saturar el espacio con señales innecesarias.
* Hacer uso de las señales acústicas cuando navegamos por todo canal, curva o codo cerrado que nos impida ver la salida. Puede evitarnos pasar por un momento de tensión ante la aparición abrupta de un mercante o yate. Una pitada larga o repique de campana de entre 4 a 6 segundos de duración anunciará su presencia, una pitada corta o golpe de campana de 1 segundo de duración indicará que caerá a estribor.
* Contar con todos los elementos de seguridad a disposición y en buenas condiciones. Una muy buena opción adoptada para la salvaguarda de nuestra tripulación y embarcación. Incurrir en la simple intención de cumplir con este requisito para no ser multado, es un gran error.
* Ser capaz de aplicar los primeros auxilios a quien los necesite. El medio en que se desarrolla nuestra actividad incrementa el índice de riesgo, por lo tanto, es necesario que el navegante cuente con los elementos necesarios y esté capacitado para afrontar ciertas contingencias.
* No perder las bondades de la camaradería. Una charla en un cockpit, un asado en un parador, una travesía en grupo, el traspaso de información o experiencia, la recomendación de una derrota; en fin, todo aquello que se disfrute de este noble deporte.
* Recordar que cuanto más se tarda, más se navega. Aprender a utilizar nuestra embarcación no solo como medio de transporte lleva tiempo. Cuando uno comienza a disfrutar de esto y se da cuenta del placer que significa navegar, entiende que la salida no empieza cuando uno llega a destino.
* Mantener presentes y difundir las buenas artes de la navegación. Mantener viva la escencia y las bases de esta actividad, es el mejor legado que podemos dejar a los nuevos nautas.
* Utilizar las zonas de privilegio según lo establecido. No sometamos a situaciones peligrosas a otros que solo quieren disfrutar del delta. Practicar deportes náuticos en zonas no permitidas es riesgoso para todos.
Estos son entonces algunos de los puntos que el "Navegante Clásico" respeta y ejecuta, colaborando así a que todos los nautas tengan el mismo derecho a disfrutar del río, del paisaje y la buena navegación.
Esperamos vuestras sugerencias y les deseamos la mejor de las singladuras!
* Nunca navegar poniendo en riesgo la seguridad de terceros. Es importante demostrar respeto por cualquier otra embarcación, absteniéndose de realizar maniobras bruscas o repentinas, navegar apopados desplazando grandes cantidades de metros cúbicos de agua, etc.
* Procurar ceder el paso, cayendo a estribor, evitando cortarle la proa a la otra embarcación. El delta existe para distendernos, para disfrutarlo y para navegarlo. Para aprovechar el paseo en su máxima calidad será menester dejar el "apuro" en tierra.
* Navegar a velocidad de maniobra al ingresar a bahías, amarraderos o fondeaderos, teniendo cuidado de no molestar a los que allí se encuentren. Estos son lugares en donde la tripulación se encuentra relajada y, en consecuencia, carentes del estado de alerta. Por lo tanto, respete el deseo del otro navegante.
* Mantener vivo el espíritu solidario para con otras embarcaciones y habitantes de la isla. Desde el cordial saludo a mano alzada hasta la eventual ayuda ante un imprevisto o desperfecto, el Navegante Clásico conservará a perpetuidad esta característica propia y directamente relacionada desde siempre con el delta.
* Utilizar el VHF con coherencia y responsablemente. La comunicación es un tema serio y como tal se le deberá brindar respeto liberando el canal 16, modulando en alta potencia solo si fuese necesario y evitando saturar el espacio con señales innecesarias.
* Hacer uso de las señales acústicas cuando navegamos por todo canal, curva o codo cerrado que nos impida ver la salida. Puede evitarnos pasar por un momento de tensión ante la aparición abrupta de un mercante o yate. Una pitada larga o repique de campana de entre 4 a 6 segundos de duración anunciará su presencia, una pitada corta o golpe de campana de 1 segundo de duración indicará que caerá a estribor.
* Contar con todos los elementos de seguridad a disposición y en buenas condiciones. Una muy buena opción adoptada para la salvaguarda de nuestra tripulación y embarcación. Incurrir en la simple intención de cumplir con este requisito para no ser multado, es un gran error.
* Ser capaz de aplicar los primeros auxilios a quien los necesite. El medio en que se desarrolla nuestra actividad incrementa el índice de riesgo, por lo tanto, es necesario que el navegante cuente con los elementos necesarios y esté capacitado para afrontar ciertas contingencias.
* No perder las bondades de la camaradería. Una charla en un cockpit, un asado en un parador, una travesía en grupo, el traspaso de información o experiencia, la recomendación de una derrota; en fin, todo aquello que se disfrute de este noble deporte.
* Recordar que cuanto más se tarda, más se navega. Aprender a utilizar nuestra embarcación no solo como medio de transporte lleva tiempo. Cuando uno comienza a disfrutar de esto y se da cuenta del placer que significa navegar, entiende que la salida no empieza cuando uno llega a destino.
* Mantener presentes y difundir las buenas artes de la navegación. Mantener viva la escencia y las bases de esta actividad, es el mejor legado que podemos dejar a los nuevos nautas.
* Utilizar las zonas de privilegio según lo establecido. No sometamos a situaciones peligrosas a otros que solo quieren disfrutar del delta. Practicar deportes náuticos en zonas no permitidas es riesgoso para todos.
Estos son entonces algunos de los puntos que el "Navegante Clásico" respeta y ejecuta, colaborando así a que todos los nautas tengan el mismo derecho a disfrutar del río, del paisaje y la buena navegación.
Esperamos vuestras sugerencias y les deseamos la mejor de las singladuras!
viernes, 1 de octubre de 2010
Se vende el REMANSO
Este barco esta a la venta... Para más información comunicarse a enriluke@gmail.com
Así encabezan el blog del clásico el "Remanso", una goleta botada en Octubre de 1940, construida en los antiguos Astilleros del Club Náutico San Isidro y dibujada por el Ingeniero Christian Riddel con el más puro estilo de los schooners que navegaban los mares del norte de Europa allá por los años 1900.
Con una eslora de 16,90 metros, una manga de 5,06 metros, un puntal de 1,63 metros, un tonelaje total de 28 toneladas y motorizada con un motor Volvo Turbo de 260 HP cuyo consumo es de 20 litros por hora (el original, un Junker Diesel de 80Hp, 2 cilindros, que le proporcionaban 13 km/h de velocidad y un menor consumo), de silueta y velamen peculiar, es muy común cruzarse a esta goleta surcando las aguas del estuario pues su fondeadero se ubica en el mismo Club Náutico San Isidro.
Habiendo recorrido incansablemente la costa argentina desde Tierra del Fuego a Rosario, la historia del Remanso también tiene su lado pintoresco: capturado e incautado por la Prefectura Naval Argentina a una temeraria flota de contrabandistas, fue rescatado por esntusiastas nautas para devolverle todo su esplendor.
Esta embarcación cuenta con el siguiente equipamiento: 6 velas (4 con enrollador automático), 4 burdas, carpa, toldilla grande y chica. Fundas de loneta acrílica de las tres lumbreras, la timonera, el sillón de comando, acolchados y colchonetas en toda la cubierta. Tres anclas, cadena calibrada de 25 metros, malacate Lofrans, un cabrestante para el semirigido marca Brig (3,5 mts. de eslora con remos y motor Yamaha 15 HP) y una escalera lateral de abordaje. Generador ONAN de 6 KVA., microondas, freezer, heladera, termo tanque, 4 tanques de agua de 300 litros cada uno y dos tanques de gasoil de 750 litros cada uno. Equipos de DVD y TV, equipo de calefacción por aire en todos los camarotes y ambientes marca EBERSPACHER y equipo reglamentario de navegación oceánica.
En cuanto a los interiores, la goleta cuenta con cuatro camarotes, tres baños, un salón con una muy cómoda mesa para 8 personas, bar, amplia cocina y un gran pañol. Su capacidad es de 20 pasajeros para pasar el día y 8 tripulantes con cama a bordo.
En definitiva, el Remanso es el fiel reflejo de la más alta calidad de mano de obra calificada, confort, mantenimiento y placer en navegación. Esperamos sinceramente que quien lo adquiera mantenga vivo el espíritu, el carácter y el encanto de esta singular embarcación.
Una vez más hemos llegado al final de nuestro encuentro, solo resta despedirnos y desearles muy buenas singladuras! Hasta la próxima.
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