Ahora sí! Continuemos con el relato.
Aunque ya parado por sus propios medios, el paso siguiente era colocar las landas y fabricar las jarcias que le terminarán por dar firmeza al conjunto. Para la tarea de realizar las gazas de los cables, consultamos a Fernando Fabersane quien, muy didácticamente, nos mostró como se hacían antes, con caño de cobre y plomo colado. La prueba fue un fiasco y decidímos entonces utilizar "nicopres". Armamos una matriz con tres clavos de acero y, haciendo uso de lo último en tecnología, le pegamos un par de mazazos para sellarlo. Así armamos dos obenques por banda, los dos estays y el aparejo de la botavara, cuya función adicional será oficiar de pescante para el izado y bajado del auxiliar.
Este fue el trabajo más agotador pues, se colocaba el cable de acero en el palo, después se paraba el mástil, se marcaba el cables, se bajaba el palo, se desmontaba nuevamente el cable, se cortaba y armaba la gaza. Este procedimiento se repitió tantas veces como jarcias se colocaron.
El paso siguiente consistió en realizar la instación eléctrica de las luces de cruceta y la luz de todo horizonte. Luego vinieron los detalles como el atado de los obenques a la cruceta, la colocación de los topes de cruceta, las dos omegas con motones (herraje que sirve para cambiar la dirección de un cabo. Es el equivalente a las roldanas de uso terrestre) en donde se hicieron firmes las ságulas (driza fina que se utiliza para izar banderas). Se armaron los aparejos de la botavara y del estay de popa, se realizó el trimado del mástil, se colocaron los gallardetes y el Pabellón Nacional en los lugares correspondientes y la Jolly Roger a tope del palo.
La verdad es que nos sentimos orgullosos del trabajo realizado y de los resultados.
Mantener y restaurar un barco de época es un arduo trabajo, pero la recompensa es mucha y gratificante, y al final eso es lo que cuenta. Uds... que opinan?
Mis amigos nautas, nos despedimos hasta un nuevo encuentro. Que tengan Uds. una muy buena navegación!
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miércoles, 19 de octubre de 2011
miércoles, 5 de octubre de 2011
EL "PALO...." AL PALO
Hola a todos! Estamos nuevamente con ustedes para compartir otra restauración de barcos de madera, a nuestro criterio uno de los segmentos más atractivos de este blog.
En el mes de su septuagésimo octavo aniversario, el Palometa recibió un presente muy esperado. Aunque lo compramos desarbolado, este barco nació como motovelero y desde hace unos tres años estabamos obsesionados con devolverle su aspecto original.
Hicimos correr la voz entre amigos, amarraderos, clubes y hasta en algunos varaderos. Averiguamos, no voy a decir que por todos lados pues pecaría de mentiroso pero si por muchísimos, por un palo más o menos sano que contara aún con vida útil y que tuviese un valor razonable. Hemos escuchado a lo largo del tiempo ofertas disparatadas, tanto es así que en una ocasión le ofrecí a un oportunista entregarle el barco como parte de pago del mástil.
Cuando estaba decidido, después de las investigaciones de rigor, a echarle mano a su construcción apareció Don Carlos Robertti. Bajo el brazo, traia un palo macho de pino tea de 8,10 mts. y con gran parte de sus herrajes originales. No lo podíamos creer, nos brillaban los ojitos de alegría.
La ansiedad fue tal que inmediatamente nos pusimos a trabajar en él.
Quitamos completamente todos los herrajes. Cortamos unos centímetros del tope y cepillamos el palo completo para sacarle unos 2 ó 3 milímetros al diámetro, lo imprimamos con Cetol y lo dejamos trabajar. Tarugamos algunos agujeros, resabios de otros tanto tornillos que sujetaban vaya a saber qué, y lijamos... mucho!
Diseñamos una bisagra de quiebre (debemos izar el palo después de dejar el canal en donde amarramos y arriarlo antes de ingresar, por problemas de altura con un puente vecinal), cortamos el mocho, perforamos, ajustamos la unión y comenzamos a barnizar.
Preparamos varillas roscadas con tuercas ciegas, pasadores, bujes y anclajes, todo en acero inoxidable. Tomamos nota de todo lo que faltaba, había que conseguir los tensores, los cables de acero inoxidable y los nicopres, los motones y grilletes. Fabricamos la carlinga, las landas y los herrajes faltantes. Mientras tanto, palo, botavara y crucetas se iban barnizando.
El primer paso tangible en el armado lo dimos al plantar el mocho sobre la carroza, utilizamos cuatro varillas roscadas de 1/4" que compactaron la carlinga con el techo y los baos. Sellamos previamente todos los contactos y luego instalamos unas riendas en planchuela de acero inox. de 3 x 25 milímetros, riendas que cumplen la función de mantener rígido el mocho a la hora de volcar o levantar el resto del palo.
El segundo paso fue armar la bisagra y parar el palo, la sensación de ese momento fue indescriptible, a la que se le agregó el placer de corroborar que todo funcionaba perfectamente bien. Ver al Palometa por primera vez como se debió haber visto cuando lo botaron fue increíblemente emocionante. O estoy demasiado sensible o me estoy poniendo viejo...
Dejadme recuperarme y continuaré relatando el resto de la obra. Por ahora nos despedimos hasta la próxima y que tengais buenas travesías!
En el mes de su septuagésimo octavo aniversario, el Palometa recibió un presente muy esperado. Aunque lo compramos desarbolado, este barco nació como motovelero y desde hace unos tres años estabamos obsesionados con devolverle su aspecto original.
Hicimos correr la voz entre amigos, amarraderos, clubes y hasta en algunos varaderos. Averiguamos, no voy a decir que por todos lados pues pecaría de mentiroso pero si por muchísimos, por un palo más o menos sano que contara aún con vida útil y que tuviese un valor razonable. Hemos escuchado a lo largo del tiempo ofertas disparatadas, tanto es así que en una ocasión le ofrecí a un oportunista entregarle el barco como parte de pago del mástil.
Cuando estaba decidido, después de las investigaciones de rigor, a echarle mano a su construcción apareció Don Carlos Robertti. Bajo el brazo, traia un palo macho de pino tea de 8,10 mts. y con gran parte de sus herrajes originales. No lo podíamos creer, nos brillaban los ojitos de alegría.
La ansiedad fue tal que inmediatamente nos pusimos a trabajar en él.
Quitamos completamente todos los herrajes. Cortamos unos centímetros del tope y cepillamos el palo completo para sacarle unos 2 ó 3 milímetros al diámetro, lo imprimamos con Cetol y lo dejamos trabajar. Tarugamos algunos agujeros, resabios de otros tanto tornillos que sujetaban vaya a saber qué, y lijamos... mucho!
Diseñamos una bisagra de quiebre (debemos izar el palo después de dejar el canal en donde amarramos y arriarlo antes de ingresar, por problemas de altura con un puente vecinal), cortamos el mocho, perforamos, ajustamos la unión y comenzamos a barnizar.
Preparamos varillas roscadas con tuercas ciegas, pasadores, bujes y anclajes, todo en acero inoxidable. Tomamos nota de todo lo que faltaba, había que conseguir los tensores, los cables de acero inoxidable y los nicopres, los motones y grilletes. Fabricamos la carlinga, las landas y los herrajes faltantes. Mientras tanto, palo, botavara y crucetas se iban barnizando.
El primer paso tangible en el armado lo dimos al plantar el mocho sobre la carroza, utilizamos cuatro varillas roscadas de 1/4" que compactaron la carlinga con el techo y los baos. Sellamos previamente todos los contactos y luego instalamos unas riendas en planchuela de acero inox. de 3 x 25 milímetros, riendas que cumplen la función de mantener rígido el mocho a la hora de volcar o levantar el resto del palo.
El segundo paso fue armar la bisagra y parar el palo, la sensación de ese momento fue indescriptible, a la que se le agregó el placer de corroborar que todo funcionaba perfectamente bien. Ver al Palometa por primera vez como se debió haber visto cuando lo botaron fue increíblemente emocionante. O estoy demasiado sensible o me estoy poniendo viejo...
Dejadme recuperarme y continuaré relatando el resto de la obra. Por ahora nos despedimos hasta la próxima y que tengais buenas travesías!
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